mayo 22, 2020

(0) Comentarios



MaloRegularBuenoExcelenteExtraordinario (Votos totales 0)
Loading ... Loading ...

José Ángel Domínguez Calatayud HECHOSDEHOY.COM

En el mundo empresarial y de análisis social se ha puesto de moda el término trend equivalente a tendencia. Cuando la tendencia tiene raíces profundas y capacidad para modificar partes importantes del sistema se habla de megatrend (fuerte tendencia), expresión puesta en circulación con éxito por John Naisbitt allá por los 80: por ejemplo, la palabra globalización y su significado económico fueron una fuerte tendencia señalada en su día por este gurú.

 42593_el_video_sobre_el_mal_perder_de_algunos_golfistas_no_tiene_perdida___foto__yt_

No consta que dijera cosa alguna de otros eventos que han marcado un década como el ataque a las Torres Gemelas, la creciente y olvidad miseria de África por el sur o el levantamiento popular por el Norte, o la necesidad de mostrar compasión por las periferias, que se ve que son cosas que venden pocos libros y no tienen gancho para un caso en Escuela de Negocios, por lo que seguramente prefirió dejarlo para el papa Francisco.

 

Por eso me parece perfectamente explicable que a tanto gurú sociológico se les hayan pasado por alto dos tendencias que afectan al golf: a mi golf.

 

En el mundo empresarial y de análisis social se ha puesto de moda el término trend equivalente a tendencia. Cuando la tendencia tiene raíces profundas y capacidad para modificar partes importantes del sistema se habla de megatrend (fuerte tendencia), expresión puesta en circulación con éxito por John Naisbitt allá por los 80: por ejemplo, la palabra globalización y su significado económico fueron una fuerte tendencia señalada en su día por este gurú.

 

No consta que dijera cosa alguna de otros eventos que han marcado un década como el ataque a las Torres Gemelas, la creciente y olvidad miseria de África por el sur o el levantamiento popular por el Norte, o la necesidad de mostrar compasión por las periferias, que se ve que son cosas que venden pocos libros y no tienen gancho para un caso en Escuela de Negocios, por lo que seguramente prefirió dejarlo para el papa Francisco.

 

Por eso me parece perfectamente explicable que a tanto gurú sociológico se les hayan pasado por alto dos tendencias que afectan al golf: a mi golf.

 

 

 

El primer cambio de dirección importante es que este año por primera vez no seré yo quien acompañe a tía Alicia a las Rebajas de Enero, tres palabras que con sólo escribirlas laceran mi corazón y me provocan sudores de terror: ese ir de tienda en tienda, de estante en estante, de centro comercial en centro comercial en consumista peregrinación para que mi provecta pariente compre toneladas de ropa a mitad de precio para sólo la mitad del año.

 

Y uno llevando el Lexus por la tortura del tráfico y porteando más paquetes que los negros que acompañaron al Doctor Livingston en su expedición hasta las Cataratas Victoria.

 

Pues sí: esta tendencia ha mutado gracias a la habilidad de quien esto escribe. Resumo: me tropecé con mi primo Gonzalo y le convencí para jugar un match de 18 hoyos. Si él ganaba yo le daría clase de golf tres veces por semana durante un año; si ganaba yo, él se ofrecería voluntario y llamaría a tía Alicia para ponerse a sus órdenes con gran alegría y pasar unos días en los Corte Inglés, Zara, Mango, Loewe, Colour Nude y otros antros devoradores de tarjetas de crédito. Gané. Ahora lo escribo con signos de admiración ¡¡Gané; sí gané!

 

Fui testigo de la conversación telefónica de mi primo Gonzalo con tía Alicia, algo que no pudo hacer sin el agente desinhibidor de dos combinados de ron Dos Maderas con Coca-Cola Light servidos por el eficaz Rashid en el bar de mi club.

 

Tía Alicia se mostró por teléfono agradablemente sorprendida de la generosidad y dandismo de mi primo, más primo que nunca pues, no se sabe cómo acabó aceptando acompañar a mi momia preferida, no sólo a las Rebajas de Enero, sino a las de julio. Hago aquí mismo la ola y continúo. ¡Uhaaaaaa!

 

La segunda megatrend de la que, sorprendentemente, ningún gurú ha escrito una línea es la de la catetización del golf. O, más finamente, la decadencia de la etiqueta en el Golf.

 

Hago un inciso para lectores sagaces pero que no juegan al golf: las Reglas de Etiqueta del Golf, no son unas cursiladas originarias del Palacio de la Princesa Sissi, ni una creación de la época victoriana, ni las Normas de Protocolo de la dinastía Ming. Más al contrario, son sencillas orientaciones sobre el vestir y la conducta orientadas a facilitar el ejercicio del golf con paz, sin verse sorprendidos por la vulgaridad o la extravagancia.

 

Personalmente, lo mismo que muchos de mis lectores, soy partidario de que muchos jueguen al golf por salud, por entretenimiento, por amistad o, incluso por huir de sus homónimas tías Alicias. Pero nunca convertir un partido en un insufrible alboroto que no deja serenidad a los compañeros de juego.

 

Por eso coincidirán en reconocer lo poco puestas en razón que están las siguientes conductas que he padecido en mi partido del torneo de hoy por parte de un compañero contrincante:

 

Berrear como ciervo en celo al dar una mal golpe con una potencia de voz audible por todas las ciervas de la provincia.

Referirse a la bola que toma tierra en una elevación de rough junto al fairway como “la joía pelotita que se monta en tó lo arto de’se sherro”.

 

Al ser el Torneo de Reyes comentar que su niña había ido a ver al “Erasmus real”, queriendo aludir al Heraldo Real.

O, terminando para dejar de herir sensibilidades, decir a voz en cuello que “la bola no sha metío porque ha entropezao con el p… mástil (de la bandera)”.

 

Estamos a tiempo de corregir un megatrend también del golf: la vida soez invade la civil. O si no, vean por TV a esos profesionales –qué puercos– escupiendo en el green como un futbolista cualquiera o mostrando la cara menos digna del error: la frustración.

 

 

admin