mayo 15, 2012

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Marcelo Barba

Todos inevitablemente fuimos, somos y seremos generadores y reparadores de piques en los greens.

Entonces por favor, ruego humildemente que antes de retirarnos de cualquier green que juguemos, tengamos la delicadeza personal de reparar por lo menos dos piques, tan sólo eso… aunque nuestra bola haya ingresado rodando suavemente desde afuera.

Con esta sencilla y económica pauta de educación, evitaremos el deterioro que sufren estas costosas y delicadas áreas. Regla generalmente no escrita, que además nos ayudará a nosotros mismos a pasarla mejor, cuando tengamos que ejecutar un putt preciso y pretendamos que nuestro tiro sea el reflejo exacto de aquello que pensamos, que la bola no salte ni se desvíe de donde originalmente apuntamos.

Convengamos que además, no deja de ser una cuestión de imagen. ¿Invitaríamos amigos a nuestra casa, sabiendo que el piso está sucio, las paredes rotas y todo se encuentra impresentable…? Esa es la sensación que tengo cuando invito a alguien a jugar Golf -ó me invitan a mí- y vemos esta especie de viruela sobre los greens (dejo para otro momento de análisis de los «divots» y los bunkers, que es otro tema para debatir con cierta vergüenza).

Del mismo modo que resalto este acto tan particular de despreocupación, una rara miseria humana en realidad; también quisiera aportar alguna ayuda sobre cómo deben repararse los piques, dado que observo que una leve marca no más grande que media bola, luego de un vehemente y desproporcionado intento de reparación, terminó transformándose en una gran superficie de pasto removido y torpemente aplastado del tamaño de otro hoyo…

También he visto -sorprendido por la frecuencia- reparaciones hechas a los martillazos, directamente con el putter, pegándole en el borde del pique para que el pasto vuelva a la posición contraria hacia donde la pelota lo desplazó. Luego de eso, sobrevino una seguidilla de golpecitos perpendiculares que intentaron nivelar las ondulaciones producidas por el putter. Quedó un aspecto hermoso… parecido al intento de repararlo con una pala de jardín. Resultado: otra superficie estropeada e injugable.

Hay que utilizar un levanta piques ó dos tees; clavándolos hasta la mitad a un centímetro por afuera de la marca y presionar levemente desde afuera hacia adentro de la depresión (como haciendo girar una llave). Luego apisonar el desnivel golpeando con la base del putter, sin provocar un pozo. La naturaleza hará el resto y todo volverá a su normalidad al otro día.

Si la fuerza del golpe de la pelota hizo que además saltase una pequeña porción de pasto, no intenten reponerlo de la misma forma que en el fairway. El pasto del green es tan delicado y especial que no volverá a unirse más. Quítenlo y desháganse del sobrante. En todo caso, lo mejor sería colocar un poco de arena para nivelar dicho faltante.

En el extremo de estas observaciones encontramos a los ‘obsesivos’; aquellos que una vez que subieron al green comienzan a reparar todos los piques que encuentran, distrayendo con sus interminables acciones a quienes traten de concentrarse buscando su propia línea de juego. Estas actividades -como todas las exageradas- no son aconsejables, ya que hay un tiempo razonable de espera para que se reparen los piques, los que molestan en la línea de tiro de cada jugador, pero no en toda la superficie…

Cuando hayan ejecutado desde un bunker de green, adopten la costumbre de sacudir las suelas de sus zapatos con golpecitos del palo utilizado, para descargar -afuera del green- la arena que eventualmente quedó atrapada en sus tapones; así estaremos contribuyendo a mantener más limpias las superficies de los greens. Vale la misma sugerencia para el barro.

Para finalizar dejo una mirada personal, que seguramente generará protestas del sexo opuesto… Aclaro que no particularizo, pero por lo general las damas se preocupan menos que los hombres en reparar sus piques (ídem con los bunkers y los divots…); parece que hay señoras que dejan este tema para otra oportunidad… O les cuesta agacharse, ó les genera alguna sensación de humillación tan especial que nunca terminaré de comprender. «Los piques, divots y pisadas en la arena no tienen sexo ni son exclusivas de los varones, así que repárenlas igual que nosotros…» Muchas gracias.

En otra futura nota hablaremos de los ‘puchos’ aplastados ó quemados sobre los greens ¿No me digan que nunca los vieron…? dan una imagen magnífica de preocupación e higiene de los jugadores, además de lesionar permanentemente a la hierba tan fina y suave del green.

Hagámoslo por nosotros, por quienes vienen detrás nuestro y por el orgullo del Club.

Hasta la próxima.
Marcelo H. Barba

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