mayo 2, 2010

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Ha sido descripta como «una joya de la arquitectura», y ciertamente no podría esperarse menos de un diseño de Alister Mackenzie, uno de los tres mejores arquitectos de canchas en la historia del golf. En palabras de Carlos Bracht, campeón nacional en 1957, «Mackenzie le dio el mismo espíritu a todas sus canchas, poniendo la dificultad no en la distancia sino en la sutileza que muchos jugadores recién descubren después de jugarla varias veces. Es una cancha fácil para los malos jugadores y complicada para los buenos, de manera que todos pueden divertirse.»El Jockey Club fue fundado el 15 de abril de 1882 por iniciativa de Carlos Pellegrini, su primer presidente y principal impulsor.

La sede estaba ubicada en la calle Florida y en principio su finalidad era puramente social; los socios contaban con lujosos salones, vasta sala de armas, suntuosos comedores, espléndida biblioteca, y acogedor departamento de baños. En 1926, se compró a don José Balcarse un extenso predio de cuarenta manzanas en San Isidro -317 hectáreas-, conocido como «La vieja chacra de Pueyrredon», en el partido de San Isidro. En esos terrenos se llevaron a cabo importantes tareas de desmonte y nivelación, al mismo tiempo que se

abrían y pavimentaban calles y avenidas internas y circundantes. Entretanto se llamaba a concurso para la construcción de pistas de entrenamiento, un complejo deportivo y el hipódromo (actual hipódromo de San Isidro). Más tarde se construyeron varias caballerizas, siete canchas de polo, un natatorio, canchas de fútbol, tenis y golf.

La cancha Colorada del Jockey, y en menor medida la Azul, ambas de 18 hoyos, atesoran un rico historial como sede de trascendentes eventos deportivos, desde su inauguración como sede del Abierto en 1931. Grandes estrellas del golf internacional -Arnold Palmer, Sam Snead, Gary Player, Peter Thomson, Severiano Ballesteros, Mark O’Meara, Tom Watson-, han jugado allí y elogiado su diseño.

Alister Mackenzie la dibujó sobre el papel, pero correspondió a Alex Nicholson -primer presidente de la AAG-, su construcción, quien tuvo la colaboración del ingeniero Luther Koontz, arquitecto de numerosas canchas en la Argentina. Koontz realizó el proyecto y bajo su dirección se instaló el sistema de riego y de drenaje.

A Mackenzie se le presentó un terreno llano, pero que el modificó dándole contornos de cambiantes alternativas, al disponer sobre los fairways de pequeñas lomadas que complican el juego en gran medida. Muy bien forestada, con árboles de variadas especies, sobre todo, pinos, tiene, sin embargo, un trazado abierto que en algunos casos permite jugar el hoyo por otro fairway.

«Mi propósito es construir un campo de golf agradable -dijo a su llegada a la Argentina-, donde se pueda practicar el deporte rodeado de un panorama lo mas natural y pintoresco posible. Considero que la cancha de golf es un lugar de esparcimiento y diversión, por lo que procuraré evitar la inútil incomodidad que da el pasto alto. Los búnkers deben ubicarse estratégicamente y no para penalizar al jugador que ha desviado un tiro».

Mackenzie había dirigido los trabajos de construcción de 16 canchas en Australia y de más de 360 canchas en Gran Bretaña y Estados Unidos; era consultor de los clubes de Saint Andrews, Prestwick, y del Royal St. George, y entre sus actividades futuras, en aquel 1928, estaba la de trabajar con Bobby Jones en la reproducción de los mejores 18 hoyos del mundo que formarían luego el «Augusta National». Mackenzie le dio a las canchas del Jockey Club características particulares:

1) Greens enormes, protegidos por soberbios bunkers laterales.

2) Construyó un sistema de riego con una gran cantidad de ramales que salían de la cañería maestra y atravesaban el campo en la línea de juego, llevando válvulas cada 28 metros.

3) Instaló un sistema de drenaje constituido por caños porosos que se encuentran bajo tierra recubiertos de ripio en las partes del terreno en que se junta mayor cantidad de agua. Con este sistema, los greens quedan en condiciones adecuadas para el juego, aún después de una fuerte lluvia.

4) Rodeó a la cancha de grandes pinos para embellecerla.

Y reprodujo detalles característicos de otras canchas. El hoyo 12 de la Colorada, recuerda al «Edén Hole» de Saint Andrews; el 15, se parece al 16 de la misma cancha, y el 17, al hoyo «Redam» de North Berwick, en Escocia. Cuando Mackenzie realizó el plano de las dos canchas, las marcó con fibra azul y colorada para diferenciarlas (de allí surgió el nombre de las canchas), y junto al Capitán supervisó la construcción de los primeros 18 hoyos, que fueron inaugurados el 22 de enero de 1928. Uno de los primeros torneos que se jugaron en el Jockey, fue en marzo de ese mismo año, por la copa donada por Miguel Saénz. El ganador fue Ricardo Crawley, con 158 golpes, uno menos que Aníbal Vigil y el propio Miguel Saénz.

En lo que hace a superficie, ambas canchas tienen dimensiones parecidas, ya que la cancha Colorada abarca 164.573 metros cuadrados, en tanto que a la cancha Azul le corresponden 155.470. De las dos, la Colorada alcanzó renombre mundial como sede de la Copa del Mundo en 1962 y 1970, y de la mano de Roberto De Vicenzo, quien logró dos triunfos inolvidables en el Trofeo Individual. Dice De Vicenzo: «No podría decir que la cancha Colorada del Jockey Club es una de las mejores que conocí, pero admito que jugar allí significa un gran desafío para cualquiera». Don Roberto es autor del score más bajo logrado en el Jockey: 269 golpes, 19 bajo el par, en 1970 cuando ganó por segunda vez el Trofeo Individual de la Copa del Mundo.

El récord para 18 hoyos de la Colorada está en poder de Fidel De Luca con 63 golpes. Lloyd Mangrum también hizo 63 en el Abierto de 1946, pero en la cancha Azul.

DESCRIPCIÓN DE LA CANCHA


HOYO POR HOYO

Hoyo 1, par 4 de 431 yardas: La amplitud del fairway permite a los pegadores largos soltar toda su potencia con el drive; sin embargo, presenta un peligroso cross bunker sobre la izquierda y una línea de árboles sobre la derecha. Después según el viento se puede utilizar un hierro 4 o 6. El green está inclinado hacia la derecha, y de errarlo, el tiro de recuperación se complica dada la velocidad del green.

Hoyo 2, par 4 de 355 yardas: Es corto, pero debe pegarse con mucha dirección para evitar dos cross-bunkers. Desde el medio del fairway, queda un tiro franco al green desde unas 70 u 80 yardas.

Hoyo 3, par 3 de 148 yardas: Presenta los inconvenientes propios de un par 3. Tiene fuera de límites a la izquierda. El green es angosto, con un bunker a la izquierda, que normalmente protege a la bandera.

Hoyo 4, par 4 de 469 yardas: Existe un fuera de límites a la izquierda, con líneas de pinos muy tupidos y cross- bunkers y árboles a la derecha que demandan un drive recto. El green presenta el obstáculo de un bunker a la izquierda, y su plataforma tiene una tenue caída hacia la derecha.

Hoyo 5: Aparentemente fácil este par 4 de 355 yardas tiene fuera de límites a la izquierda, y un cross-bunker que corre en forma longitudinal al drive obliga a buscar el centro del fairway. El segundo tiro se dificulta por el engañoso green que tiene otro fuera de límites atrás.

Hoyo 6: Par 4 de 366 yardas con cross-bunker a la izquierda y árboles a la altura del drive a la derecha. El green en pronunciada subida y «meseta» atrás está protegido por un profundo bunker a la derecha y otro a la izquierda.

Hoyo 7: Difícil par 4 de 436 yardas con cross bunker a la izquierda y árboles a la derecha. El green es profundo y lo defiende un gran bunker sobre la izquierda, y una loma metida dentro del mismo green a la derecha.

Hoyo 8: Gran par 3 de 208 yardas. El green escalonado doble de adelante hacia atrás y en subida demanda un hierro largo de gran precisión, ya que en ambos lados tiene grandes bunkers.

Hoyo 9, par 4 de 460 yardas: El fairway es muy ancho, pero se recomienda ubicar el drive a la derecha, porque desde allí se tiene una mejor entrada al green. Para el segundo tiro se requiere un hierro largo, y no es un tiro sencillo porque el green es muy veloz, con caída a la derecha.

Hoyo 10, par 5 de 470 yardas: Uno de los hoyos más imaginativos de Alister Mackenzie. Es un par 5 corto, pero nadie se atrevería a convertirlo en par 4. Se puede llegar en dos golpes, pero se necesita de dos tiros perfectos. El green es muy duro, y cuesta detener la pelota, tanto que con frecuencia, los jugadores envían el segundo tiro al bunker, para intentar el birdie con approach y putt.

Hoyo 11, par 4 de 455 yardas. Es un dog-leg hacia la izquierda, con un green ubicado al mismo nivel que el fairway, que dificulta evaluar el segundo tiro. Un hierro largo al corazón del amplio green hará más fácil lograr el par con dos putts.

Hoyo 12, par 3 de 181 yardas. Los mayores problemas son los tres bunkers que rodean el green. La plataforma de este green es muy particular, porque parece un plato al revés. «Si uno está indeciso con el palo a utilizar -dice Armando Saavedra-, es preferible quedarse corto, porque si uno se pasa, es poco probable, por no decir imposible, sacar el par.

Hoyo 13, par 4 de 444 yardas. El problema no es el drive, sino el segundo tiro, como consecuencia de que el green es bastante largo, muy angosto, y en el centro hay una plataforma, que constituye un serio obstáculo para aquellos que se quedan cortos, pues se hace muy complicado hacer dos putts.

Hoyo 14, par 4 de 411 yardas: Aunque relativamente derecho, el formato del green lo convierte en un dog-leg a la izquierda. El segundo tiro al green exige un máximo de concentración, porque existe un grupo de eucaliptos en el fondo y de pasarse, las perspectivas de approach y putt no son tantas.

Hoyo 15, par 5 de 536 yardas: Tiene una salida como embudo, con fuera de límites a la izquierda, hay que poner la pelota a la derecha del fairway. Se puede llegar al green con el segundo golpe, pero el green escalonado hacia atrás siempre dificulta el birdie.

Hoyo 16, par 4 de 437 yardas: El fairway tiene un cross-bunker que no crea inconvenientes al drive. Sobresale por el formato de su green, rodeado de altas lomas, y muy largo y profundo. Siempre engaña el segundo tiro, pero es el mejor para ver jugar el putt desde sus lomas.

Hoyo 17: un gran par 3, de 170 yardas con el green colocado en 45º grados en relación al tee, dos grandes bunkers en el lado izquierdo y una loma a la derecha penalizan los tiros desviados.

Hoyo 18, par 4 de 354 yardas: Este gran par 4 corto, presenta complicaciones debido los montes que se encuentran tanto a la izquierda como a la derecha del fairway. El segundo tiro resulta muy complicado porque el green es totalmente convexo, con una gran depresión en la entrada del mismo y una pequeña loma que protege aun más la colocación de la bandera.

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