febrero 26, 2009

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Mientras los expertos en mercadotecnia exprimen sus neuronas en busca del éxito en la empresa, otra persona, más sencilla, ha encontrado un atajo: coloque un puesto en un mercadillo, regale un sombrero a un golfista de talento y con futuro, espere a que gane un buen torneo con él sobre la cabeza y… ya está. Una multinacional querrá comprarle la exclusiva del producto.

Esta concatenación de hechos, salpicados por la visión, la amistad y el talento, ha derivado curiosamente en un atractivo negocio. La fórmula tuvo su origen en un puesto de sombreros de mercadillo, el de Sotogrande (Cádiz), instalado por Armando Mola, y cobró forma con el triunfo de Álvaro Quirós en Qatar, con uno de esos sombreros de jipijapa en la cabeza.

Los teléfonos de la multinacional Callaway, en su sede de Carlsbad (California), siguen sonando pese a que ha transcurrido más de una quincena desde el triunfo del español Quirós en el Masters de Qatar.
No existe motivo especial para este chorro continuo de timbrazos. Quirós, pese a su talento emergente (26 años y vigésimo quinto del mundo), no deja de ser para Callaway uno de los muchos golfistas profesionales a los que apoya esta empresa, una de las más importantes del mundo en el sector del material de golf.
Entonces, ¿qué lodo arrastraba ese envenenado río de llamadas preguntando en la sede de Callaway por la figura del joven Quirós? El quid de la cuestión estaba, para sorpresa, en el sombrero tipo Panamá que lució el jugador de Guadiaro mientras sujetaba el trofeo obtenido en Doha. La imagen de Quirós sonriente con su elegante sombrero dio la vuelta al mundo.

Difundida esa foto, horas después la centralita de Callaway comenzó a recibir llamadas desde todos los rincones del planeta. La pregunta era recurrente: dónde adquirir el dichoso y genuino sombrero del español, hecho de palma blanca y con una cinta ancha y colorada por encima del ala.
La novedad se convirtió, por su gran dimensión, en un problema para los responsables de esta multinacional. El sombrero no llevaba el sello de la empresa, pese a que también comercializa unos muy parecidos fabricados en China y que tiene su mejor escaparate sobre la cabeza del «gurú» David Leadbetter.
La elevada demanda del dichoso sombrero hizo que Callaway investigara la naturaleza y el origen de la prenda, y lo encontró: se trata de un modelo de Panamá, similar a los sombreros que popularizaron Humphrey Bogart o Churchill, con la novedad de poseer una cinta elástica interior que lo hacen muy apto para los deportes con movimiento y que se puede adquirir en un mercadillo dominical de Sotogrande (Cádiz).

Armando Manuel Mola, un español que no ha perdido el acento de su natal Argentina y socio del mismo club que Quirós, en La Cañada (San Roque), obsequió con uno de sus sombreros a Álvaro Quirós.
El golfista, de paseo con su novia, María, por el mercadillo antes de ir juntos a la playa en verano, en un día con bruma cegadora, se probó por curiosidad uno de los modelos del puestecillo de Armando Mola, el importador de estos sombreros.

El flechazo fue instantáneo. Quirós quiso comprar el sombrero, pero Mola, por amistad y visión de negocio, se lo regaló. El jugador, a propósito de su sombrero, aún «alucina» con la historia. «Estuve todo el verano jugando al golf con el sombrero. A pesar de que aquí (San Roque) sopla mucho el viento, el sombrero ni se movía. Me encontraba fresquito y, además, me veía más elegante que con las típicas gorras. Así que decidí que me lo llevaba a la gira asiática de Abu Dhabi, primero, y luego a Qatar».
Mola, con más de 22 años a sus espaldas como importador de este modelo para España, regaló dos sombreros más al joven golfista y una sombrerera, de las redondas, para que las prendas soportaran los viajes en avión. «Te los regalo, pero yo quiero que los luzcas», le dijo Armando Mola a uno de los jugadores con más proyección del golf mundial.

Quirós se puso al habla con Callaway para poder jugar con esos sombreros, puesto que el diseñado por la propia marca no era de su gusto. No encontró objeción desde la multinacional para portar los de Armando Mola. Lo que nadie esperaba era el desenlace.

«Causé furor nada más llegar», prosigue Quirós. «Nadie se lo creía», comenta sobre su sombrerera y el contenido. En la cinta de los sombreros llevaba grabados los logotipos de ‘panamanía jack’ y Callaway.
Ahora, la multinacional ha entablado negociaciones con Armando Mola para comercializar sus sombreros. El vendedor del mercadillo, que regenta también una tienda en Sotogrande y Puerto Banús (Marbella), estudia la propuesta. «Tengo ya puesta en mi mesa de trabajo, en la tienda, esa foto de Álvaro con nuestro sombrero. En su día tuve también a la Reina con otro Panamá», asegura Armando Mola.
Gira americana

Quirós viajará a Arizona antes del 25 de febrero para participar en el Accenture Match Play, el primero de los torneos de la serie de los mundiales (WGC). El gaditano está inscrito junto a la elite del golf mundial. Quirós, claro está, viajará con su sombrerera y sus tres panamá de cinta encarnada, negra y beige.
«Claro que voy a jugar en Estados Unidos con mi sombrero. Sólo si llueve no me lo podré poner, porque se estropea la palma con el agua», asegura Quirós. Como hiciera Greg Norman, «El Tiburón Blanco», en la década de los 80, el español Quirós emprende su conquista americana portando sus peculiares sombreros, a la sazón objetos de deseo de Callaway y negocio imprevisto para un vendedor de mercadillo dominical

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