Los profesionales deben estar en los órganos de decisión para evitar condiciones surrealistas como las del US Open.
El golf tiene que evolucionar en muchos aspectos. Debe mantener su esencia, pero el gran espectáculo necesita cambios, como dejó patente el triste sábado del último US Open, una jornada que deslució el muy meritorio triunfo del estadounidense Brooks Koepka, el primer jugador en revalidar el título desde que lo hizo Curtis Strange en 1989.
Ya hace más de 15 años lo comenté en un foro organizado por la Asociación Europea de Profesionales de Golf. Nuestro deporte, como otros muchos, debe tener a los grandes profesionales en los órganos de decisión. Son los que tienen que decir cómo y en qué condiciones se juega. Es absurdo que esas pautas las marque gente alejada de la competición. LA PREPARACIÓN DEL CAMPOUn recorrido convertido en ridículo. La USGA, la federación de golf de Estados Unidos, marca las pautas en el US Open. Como de costumbre, preparó un campo con condiciones muy difíciles en Shinnecock Hills, uno de los grandes escenarios del golf de Norteamérica.
Sobre todo el sábado, cuando la previsión de tiempo ya era de viento, con greenes muy secos, y, aún así, la organización fijó unas posiciones de bandera imposibles para jugar al golf de verdad. Me parece absurdo que se busque que los mejores jugadores del mundo hagan dos o tres putts a una distancia de un par de metros. Parece minigolf.
Lo dijo Zach Johnson, esto pasa porque los jugadores no tinen peso en la USGA ni están en el comité de reglas. Si estuviesen ahí personajes de peso, como Jack Nicklaus o Tom Watson, las cosas se harían de otra manera. LAS REGLASLos profesionales de prestigio, en los comités. Las reglas del golf las marcan la USGA y el The Royal and Ancient Golf Club de St Andrews (Randa).Otro aspecto sobre el que el US Open también mostró la necesidad de un cambio… contando con los profesionales. Lo vimos cuando Phil Mickelson cometió el sábado una irregularidad a sabiendas, para sacar ventaja. Él puede valerse de esa argucia, pero no debería permitirse ya, sino establecerse que una irregularidad a propósito conlleve la descalificación. Hay infinidad de cosas a revisar: las sanciones desproporcionadas por un error involuntario en la anotación de una tarjeta o por otro aspecto del juego, la ambigüedad en la norma que limita el uso de los putters escoba anclados al cuerpo, la solución al dropaje en un bunker, la urgencia que se exige para entregar los resultados… Hay que cambiar las reglas, pero con profesionales de prestigio dentro de los comités y dentro de la organización de los torneos. Los jugadores tienen peso en la PGA, sí, pero los que deciden las normas son la USGA y el Randa. Por ahí debería ir el futuro de nuestro deporte. ¡Si las reglas las hacen los mismos que ponen banderas como las del sábado pasado, vamos apañados! LAS CONSECUENCIAS Brooks Koepka, un campeón deslucido.
La organización casi se carga el torneo. Y un campeón como Brooks Koepka merecía un triunfo más lucido y no condicionado por el debate del desastre del sábado. Pese a todo, el desenlace fue bonito, con muchos grandes jugadores en la pelea. Pero otros muchos se cayeron por el camino sin necesidad y dejaron el torneo cojo. El domingo, los 63 golpes que firmó Tommy Fleetwood metían presión a los partidos finales. Pero Koepka mostró una regularidad espectacular. En el hoyo 11 metió un putt muy bueno, por los tres de Dustin Johnson. Ahí estuvo un primer momento clave.
El segundo fue el final tan fiable del ganador. EFECTO CONTAGIO«Quiero un campo como el del US Open». Otro efecto pernicioso de preparar un campo tan difícil es que mucha gente piensa que ese es el camino: diseñar campos así. Un recorrido que ni los grandes fenómenos dominan, una tortura para los aficionados.