octubre 22, 2010

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Marcelo Barba

Siguiendo con el tema del juego en el green y de la velocidad, de la fuerza que deberíamos darle a nuestro Putter, ahora ingresaremos a otro -íntimamente relacionado- que se relaciona con la dirección, con nuestra mira misilística…

Si recuerdan ó re-leen el artículo anterior, decíamos que la velocidad que tomará una bola de Golf sobre el green, dependerá -además de nuestra propia fuerza- de otras cuantas variables que dudosamente controlaríamos a gusto.

En forma caprichosa se evitó hacer comentarios referidos al punto donde deberíamos dirigir la mira, cuando el piso evidenciaba una caída hacia un lado, ó el opuesto, hacia arriba ó barranca abajo, ó una combinación de todo eso (si… ese cóctel existe, aunque cueste creerlo). En realidad -más ortodoxamente digamos- hay que confesar que es imposible analizar solamente una variable eliminando a la otra.

Lo de separar las cosas fue hecho ex profeso, para tratar de focalizar nuestro interés en los tantos elementos que conforman el tema de nuestra potencia, los cambios de velocidad y los diferentes factores -imponderables- por los que una pelota rueda más ó menos rápido por un green.
Si leímos, comprendimos e incorporamos algunos de esos conceptos, podemos decir que con todo lo que ahora sabemos de velocidad… estamos preparados para estudiar este otro tema de ‘apuntar’ nuestro tiro hacia donde creemos que debería ir.

En realidad lo que haremos, será adicionarle a la ‘fórmula’ un nuevo factor de corrección; uno que para todos los habitantes y cosas apoyadas sobre esta otra gran bola de tierra (el planeta) es inevitable y fatal: La Gravedad.

El gráfico mental que mejor se adecua a lo que pretendemos compartir en esta ocasión, para completar el análisis de ‘fuerza y orientación’ de nuestros tiros de Putt sobre el green, es el de la ‘balística’.
Pensemos que quien apunta su cañón hacia determinado objetivo, no sólo estudia la cantidad de pólvora que llevará la carga para alcanzarlo, sino que también, analizará el ángulo de incidencia que deberá darle al tubo por donde saldrán sus proyectiles.
Ambos componentes son inseparables y además, interactuarán entre sí.

En nuestro caso, el único elemento de ‘corrección’ que dispondremos entre nuestras manos, para que ese ‘proyectil’ llegue al objetivo, será la inclinación que le podamos dar a la cara del Putter-cañón (además de la potencia, obvio).

A esta altura ya podemos definir algo simple, que ese ‘objetivo-hoyo’ que todos vemos sobre el green, casi nunca coincidirá con el objetivo de nuestra mira, la que precisamente estará desviada porque ‘corregimos’ el recorrido ideal de la pelota, por nuestras sensaciones de caídas y velocidades de rodada.

Digamos que a ese nuevo punto de la mira lo llamaremos ‘objetivo-corregido’
El efecto de caída sobre un plano (en el green la pelota no vuela y se comporta en 2D) será similar al efecto que impone el viento al vuelo de nuestra pelota, que según su intensidad, será desviada de su objetivo original, leve o muy significativamente. 

 

El primer error más comúnmente observado, inclusive en nuestro propio juego, será mover el grip y con ello la cara del Putter, para tratar de orientarlo al punto que elegimos como ‘objetivo-corregido’; este será levemente girado a la derecha ó a la izquierda. Pero eso es incorrecto.

Deberíamos comenzar por mover nuestro cuerpo si cambiar el grip.

En la rutina preparatoria del Putt, luego que nos agachamos de un lado y del otro, sobre la línea imaginaria que une a la bola con el hoyo, para ‘leer’ y tratar de determinar el grado de inclinación del terreno, el paso siguiente debería ser el de acomodar y alinear nuestro cuerpo de acuerdo a ese ‘objetivo-corregido’ que acabamos de descifrar.

Esto es, que nuestros hombros estén en una línea paralela a la línea que acabamos de elegir para enviar nuestra pelota… copiando la trayectoria que suponemos debería llevar la bola en su recorrido.

Para trazar esa línea imaginaria, recurramos a tomar una referencia visible sobre el pasto ó algún punto cercano, alguna marca, imperfección, algo que luego nos sirva para trazar la recta por donde nuestra pelota transitará.
En definitiva lo que deseamos, es que la bola vaya por encima de dicha línea hasta el lugar que seleccionamos y luego, por la propia caída del piso y la gravedad, se termine cayendo en el insondable abismo del hoyo… (qué poético).

Una ayuda adicional, similar a la que alguna vez adoptamos para ejecutar un hierro ó madera desde el fairway, es tomar el Putter con ambas manos por sus extremos, colocarlo por encima de nuestras rodillas con los brazos extendidos y orientar la vara en la misma línea del ‘objetivo-corregido’, aunque el hoyo se encuentre a un metro a la izquierda ó a la derecha. Esa acción nos dará la justa y mejor posición de nuestros pies. Parémonos y afirmémonos ahí.

Realicemos (a un paso de la pelota) un par de balanceos pendulares, como si le pegásemos a una bola fantasma, imaginándonos la potencia que deberíamos darle al golpe de Putt.

El segundo error más comúnmente observado, inclusive en nuestro juego, será el de pegarle a la bola un golpe seco y fuerte -según la potencia que creemos necesitar en ese tiro- en lugar de acompañarlo en la barrida y en el encuentro con la pelota (como si la bola tuviese un imán que atrae la cara del Putter y se la lleva tras de sí).
La potencia del golpe con el Putter deberíamos ‘regularla’ a través de un solo elemento: la sacada hacia atrás del péndulo, en el back-swing.
Cuanto más hacia atrás estiremos el péndulo que barrerá, encontrará y seguirá a la bola, mayor será la distancia que recorrerá la misma.

Deberíamos pensar que esa potencia (ó la de la sacada hacia atrás) está graduada; que cada una de esas ‘rayitas’ que imaginamos ver sobre el piso se asemeja a un potenciómetro deslizable de un aparato de audio, por ejemplo.

 El tercer error más comúnmente observado, inclusive en nuestro juego, será levantar la vista y tratar de mirar el recorrido que comenzó a tomar la bola, aún antes de impactarla… 

 

Un famoso golfista (el sempiterno vestido de negro Gary Player) decía que para los Putt de dos metros ó menos, él recién levantaba la vista del piso, cuando escuchaba el inconfundible ruido de su bola al caer dentro de la taza. Si toda la rutina había sido ejecutada según lo previsto, rodaría hasta el fondo del hoyo en el 100% de los casos…
Existen otros factores de corrección en la dirección (que siguen de unidos de la mano de la potencia) cuando enfrentamos tiros con declive hacia arriba ó para abajo.

La mayoría de los golfistas experimentados no se conforman con dejar su bola sobre el green, pretenden además, dejarla siempre por debajo de cualquier caída, enfrentar al hoyo en subida y recto; ya que será más ‘predecible’ el recorrido que tendrá la misma y la fuerza que deberán darle a su golpe.

Cuando enfrentamos un hoyo en subida, mi profesor me aconsejó con máxima sabiduría (y ahora trato de compartirlo con ustedes), que el Putt a realizar sea siempre firme, exagerando la potencia que originalmente calculamos, que apuntemos hacia el centro de la taza, minimizando también el ángulo de caída lateral que observábamos. Cuando ésta se deslice lo hará en forma recta, como si no hubiese caídas laterales y se encontrará rápidamente con el agujero.

Lo apliqué en muchas circunstancias y tuve buenos resultados; obviamente hay que adaptarse a los casos extremos, donde las caídas laterales y los desniveles del green son pronunciados. Pero en todo caso el mensaje a transmitir es que se quiten el temor natural a ‘pasarse’ del hoyo… péguenle firme.
La cosa cambia bastante cuando el hoyo quedó ‘allá abajo’; cuando el desnivel y la barranca que enfrentamos nos indica que la pelota acelerará sola y parece cobrar vida propia…

Es probable que podamos ‘leer’ bien la caída lateral que tomará en su rodaje, pero también les aseguro que aparecerán los mismos temores a pasarnos unos cuantos metros, con lo cual, el otro error más común será impactar a la misma con tanta ‘cobardía’ que quedará corta y probablemente… la perdamos por debajo.
Enfrentemos las caídas hacia abajo con mayor firmeza, aunque nuestra mente nos diga lo contrario, sin miedos a pasarnos demasiado, teniendo presente que cuanto más rápido ruede menor será su desviación lateral, con lo cual volvamos a apuntar hacia el centro de la taza. Si la bola rueda con buena velocidad lo más seguro es que no tomará ni copiará ‘tanto’ las caídas y desniveles del piso.

Hagamos lo que hagamos, nunca nos olvidemos de ejecutar y tener presente nuestra imborrable rutina de lectura y preparación del tiro. Eso en definitiva es lo que nos dará cada vez más confianza.

No dejemos de ‘ver’ los dos objetivos, es decir, al hoyo propiamente dicho (el ‘objetivo-hoyo’) y al otro ‘objetivo-corregido’, el punto ideal al que deberíamos apuntar efectivamente para que la pelota se dirija hacia la taza.

Una vez fijada esta última coordenada ‘corregida’ orientemos el cuerpo a través de los hombros, en línea paralela a la misma. Ahí habremos fijado la dirección.
Recién después, regulemos la potencia y dispongámonos a ejecutar.

Me olvidaba de algo, decirles que mi objetivo personal en todo momento es, tratar de tomarme menos de 3 putts para embocar desde más de 4 metros, y de ser posible, menos de dos golpes… para aquellos que queden entre esa distancia y cualquier otra menor. A veces se cumple y alegro.

Un abrazo.

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