noviembre 1, 2023

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Blog cronica  golf

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Durante el siglo XVIII y los primeros años del XIX, el sistema de puntuación por hoyos (match-play) era el único que se utilizaba. El juego por golpes (o medal-play) empezó a popularizarse en St. Andrews en la década de 1840, durante la era de Alan Robertson, y su aparición hizo que fuera necesario desarrollar un sistema de hándicap, una manera de equilibrar a los jugadores de distinto nivel. Los primeros métodos repartían a los jugadores de cada club en seis grupos distintos según su habilidad.

Cuando competían dos jugadores de diferentes grupos, se otorgaba una cantidad fija de golpes al competidor menos hábil y estos golpes se repartían a lo largo de la vuelta. De este modo se mantenía la paz en el club, pero la popularización del golf trajo consigo la celebración de campeonatos interclubes, y la disparidad de niveles de juego en los diferentes clubes hacía que fuera imposible establecer un sistema de hándicap justo entre sus socios. Había que instaurar un sistema para calcular un resultado «de referencia» en diferentes campos hasta que se aprobase un sistema de hándicap equitativo y estandarizado que regulase el deporte a nivel nacional. La introducción del bogey, por cortesía del Coventry Club de Inglaterra, fue la respuesta.
En 1890 Coventry organizó un torneo en el que cada jugador disputaba un partido, beneficiándose del hándicap del grupo al que pertenecía dicho jugador, contra un rival imaginario que obtenía automáticamente lo que se consideraba que era una vuelta sin errores, un resultado al que llamaron scratch. Este formato enseguida se puso de moda y se extendió por otros clubes ingleses. En ese mismo año, en una conocidísima canción de un musical se repetía sin cesar el estribillo «Hush! Hush! Hush! Here comes the bogey man!» (¡Calla! ¡Calla! ¡Calla! ¡Que viene el hombre del saco!). El secretario del club de Yarmouth, uno de los clubes que empleaban el nuevo sistema de hándicap, empezó en broma a referirse al rival imaginario de su torneo como el bogey man. La idea arraigó en Yarmouth y, en poco tiempo, los jugadores de todo el país empezaron a llamar bogey al nivel scratch de su club. A continuación, un club de Gosport llevó la broma un poco más allá y aceptó a un hipotético Mr. Bogey en su club como miembro honorario.

Como Gosport contaba con un gran número de oficiales en sus filas, se acostumbraba a otorgar a cada civil recién incorporado un empleo militar honorario. Su secretario decidió que un «jugador» tan hábil y competente como «Mr. Bogey» no se merecía nada menos que el empleo de coronel. Esta bobada caló en los clubes ingleses y, en apenas unos años, la figura imaginaria del coronel Bogey saltó del campo de golf a la mitología cultural británica como ejemplo idiosincrático de la disciplina y el valor de las fuerzas armadas inglesas en el siglo siguiente. Seguramente recuerden la pegadiza cancioncilla que silbaban los prisioneros de guerra ingleses en El puente sobre el río Kwai. Pues no se trata de una canción compuesta para la película, sino de un antiguo tema militar llamado La marcha del coronel Bogey.

¿Y cómo es posible que el bogey, nacido como estándar de excelencia, haya terminado representando el molesto y persistente fracaso en el campo de golf? Cuando se establecieron los criterios de juego en los campos británicos, el bogey representaba el resultado que se esperaba que los mejores jugadores de cada club obtuvieran en cada hoyo. A medida que el material, el nivel de juego y el mantenimiento del campo fueron mejorando durante el boom de la década de 1890, los resultados fueron bajando y los sistemas de valoración de los campos se fueron quedando anticuados. Como consecuencia de ello, a principios del siglo XX casi todos los campos británicos contaban con un puñado de hoyos en los que el bogey estaba un golpe por encima del nuevo nivel estándar que servía para identificar un resultado sin errores. En ese momento, tras la primera gira de Vardon, la afición al golf en EE. UU. se disparó y se adoptaron rápidamente todas las costumbres británicas… salvo ésta, que inexplicablemente se perdió en la travesía del Atlántico. En 1920, el «par» había sustituido al bogey en Estados Unidos como el resultado que había que obtener en un hoyo de golf.

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