febrero 13, 2024

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Marcelo H. Barba

Si, reglamentariamente sabemos que no podemos cargar más de 14 palos en nuestra bolsa, pero la realidad es que llevamos esa cantidad sin haber estado convencidos de utilizarlos, es más, si pudiéramos llevaríamos 30 !!

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Creo que hasta podríamos comparar la bolsa de palos con una buena y completa caja de herramientas.

Para quienes gustan este tipo de elementos (me encantan las herramientas), al ingresar a algún ‘súper’ del tipo Walmart por Ej., en el sector de ferretería no puedo dejar de ilusionarme con los materiales exhibidos. Si pudiera me llevaría hasta una sierra para árboles…

Si pienso en las mujeres, creo acercarme con un modelo similar observando la bolsa (la cartera que utiliza para salir a la calle) de mi propia esposa, que no está lejos de parecerse a una caja de herramientas. Diría que asombraría al mejor mago del planeta cuando comience a sacar uno a uno los elementos que guarda… y obviamente, todos clasifican como ‘vitales’… e imposibles de no llevarlos consigo.

Con nuestra bolsa de palos, pasa algo parecido. Si mirásemos detenidamente el estado de los ‘grips’ (empuñaduras) de cada palo, notaríamos que algunos tienen la apariencia de no haber sido utilizados desde que los compramos. Díganme si acaso el grip del sand presenta el mismo desgaste que el del hierro 3… Fíjense el estado de las caras y sus estrías.

Para mí la respuesta a esta ‘exageración’, si me permiten el eufemismo, pasa por otro lado. Cuando queremos imitar a los grandes profesionales en sus estilos, en su perfección, en su juego en general… y no podemos; sin embargo nos resultará más fácil emularlos, adquiriendo las mismas marcas y elementos que ellos.

Más allá de ser una cuestión de márketing (inyectado a nuestra mente con miles de horas de campañas televisivas, revistas, etc.) existe una cuota personal de imitación –inconsciente- que hace que, quien se considere ‘golfista’ y además desee que lo identifiquen como tal, deberá parecerse con el mismo atuendo y elementos que transporta un verdadero ‘Sr. Golfista’; es decir, en sus ropas, zapatos, guantes, gorras y por supuesto en una bolsa con 14 palos… de ser posible de la misma marca y modelo.

No olvidemos que, en cierta medida, el Golf además de considerarse una verdadera disciplina, no deja de ser un hermoso y divertido “juego” y como tal, enciende nuestro natural perfil lúdico.

Esto nos retrotrae a nuestra infancia; donde para serlo también había que parecerlo… Es decir, cuando jugábamos a los Cowboys deberíamos tener como mínimo, un sombrero de Cowboy, algún revólver en la cintura y de ser posible un par de botas… del mismo modo que, quien oficiase de indio, debería tener todo su aspecto con pluma, arco y flechas.

Entonces, si ‘jugamos’ a ser golfistas, ¿cómo no vamos a tener todo eso que tiene un Golfista profesional de la tele…? Además de serlo deberemos parecernos. Funciona así.

Tuve la fortuna de ver la película de Severiano Ballesteros (“Seve”) que a modo de crónica, nos muestra la historia de este maravilloso Golfista desde su etapa de niño campesino, amante del Golf desde su adolescencia, viviendo en un seno familiar austero, donde cada cual se ganaba el sustento duramente. Seve, tuvo siempre la esperanza de ser jugador y Campeón. Muestran cómo comenzó su grandiosa experiencia usando su único y primer palo, un hierro 3 armado por él mismo, con una cabeza real que le regaló uno de sus hermanos y una vara de madera que Seve le ató a la misma. Ese único elemento le sirvió tanto para el fairway, como para los bunkers, las salidas y los approaches…  Algo que a mi juicio deberían ver todos los amantes de este deporte.

En otra oportunidad asistí en un club, a una charla para jóvenes golfistas que impartía el Maestro Roberto De Vicenzo. Me ‘filtré…’entre los chicos que escuchaban al Maestro que les decía cómo con un hierro 3 (precisamente), modificando el stance y el tipo de swing- se podía dejar a la pelota muy cerca de las banderas de 20, 50 y 100 metros. Les hablaba de la confianza que uno en definitiva genera con sus palos y de la mucha práctica. Decía que se podría recorrer todo un campo de Golf utilizando exclusivamente un hierro 7, por Ej., inclusive para usarlo desde la arena.

No me considero trasgresor pero sí un profundo cuestionador, trato de encontrarle las explicaciones (que puedo) a cada situación, como por ej., al ridículo uso que se le da al guante en la mano que toma al palo.

Créanme que es un elemento absolutamente innecesario para ‘nuestro nivel’ de golfistas, ya que nace y se utiliza en los niveles donde se practica diariamente (más de 4 horas diarias), se compite semanal o mensualmente y se trata de evitar callosidades o durezas incómodas para obtener la mejor sensibilidad a la hora de ser precisos. Eso también explica el motivo por el que los profesionales se quitan el guante cuando utilizan su putter sobre el green…

Cuando señalé ‘nuestro nivel’ de golfistas, me referí al segmento de amateurs al que pertenecemos, que muy rara vez (nunca) practicamos más de 4 horas cada día, ni tampoco intervenimos en torneos como los profesionales. Pero más allá de eso, no se nos debe escapar del análisis, el swing y las velocidades que imprimen los ‘Pro’ en cada uno de sus golpes, respecto de los amateurs; mientras que el 90% de los jugadores de ‘nuestro nivel’ raramente supera una velocidad de swing de 60/70 MPH (Millas por Hora), el de los profesionales ronda y a veces supera los 120 mph.

Como ejemplo, menciono con orgullo a un gran exponente sudamericano, Jhonattan Vegas, que registró la velocidad más rápida de cabeza del palo, con un golpe a 134.33 Mph (medido por computadora). Imagínense cómo le quedarían sus manos luego de horas y horas de práctica, si no utilizase alguna protección para sus palmas…

Sin embargo… todos los amateurs (lejos de llegar a igualar semejante potencia y velocidad) utilizamos el inexorable guante, muy especial, vistoso, de colores, con alguna publicidad y por supuesto, costoso…

Voy a ser aún más incisivo (pidiendo disculpas anticipadas a las conocidas marcas de palos de Golf):

Todos hemos adquirido nuestro equipo (me refiero a los hierros y maderas) ya sea que fueran usados o nuevos, fuimos a una tienda, elegimos dentro de nuestros presupuestos a las mejores marcas (obvio no cualquier marca, sino aquellas que usan los profesionales) compramos orgullosos nuestros palos y los cargamos en una bolsa: Al rato salimos al campo con la mejor expresión de felicidad… por sentir que ya pertenecíamos.

A la hora de comprar los palos, casi ninguno de los amateurs que conozco (me incluyo en mis primeras experiencias) tuvo la mínima precaución de probar e intentar otras opciones más ‘adecuadas’ a nuestro cuerpo, altura, swing, etc. Compramos elementos ‘estándares’ que obviamente también son aptos para Carlos, Sergio, Juancito y fulanito, como si se tratara de una prenda de vestir de talla “Medium”.

No obstante, como dije en otra nota reciente, referida a la Maduración de nuestro juego y a las exigencias que nosotros mismos nos iríamos proponiendo con el tiempo, a medida que alcanzáramos cierto nivel de experiencia, comenzaríamos a notar que no todo es lo mismo ni igual… que nos haría falta ‘algo más’ que nos ayudase a ajustar técnicas y habilidades. Un fitting, por Ej.

Recién después de atravesar por un proceso de fitting completo, con una guía y orientación profesional con cada elemento a testear, estaríamos en condiciones de elegir cuál sería la mejor varilla en función a nuestra velocidad de swing, para que cada uno de los palos que utilizamos en el campo rinda al máximo. Cuál debería ser el mejor loft para nuestras maderas y si realmente necesitaremos cargar por Ej., con un hierro 3 o un híbrido. Todo eso… sin siquiera hablar de marcas o modelos en particular.

Cuando miremos nuevamente dentro de nuestra bolsa de palos, qué cosas llevamos y para qué las utilizamos… así como cuando nos pongamos el infaltable guante en alguna de nuestras manos, o determinado gorro sobre nuestra cabeza, si es que no cobramos ningún dinero por publicidad, pensemos un minuto en esto que les digo aquí: en el real motivo y justificación de su uso. De la misma forma que cuando queramos sacarle mucho rendimiento a los palos ‘comerciales’ que alguna vez compramos y no podamos sino a través de un análisis de fitting.

Tal vez estemos intentando usar un martillo para ajustar un tornillo y nadie nos advirtió que no es la herramienta adecuada, o probablemente, nuestro físico haya sufrido algunos cambios con el tiempo (la edad, la disminución de  potencia) y por fin necesitemos ajustar la dureza de las varas y recurrir a un cambio muy positivo. Nunca es tarde.

Que disfruten del Golf entre amigos y siéntanse respaldados por las mejores marcas…!!

Hasta la próxima.

Marcelo H. Barba

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